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Foto de Lidl-recetas |
Érase una vez bote de leche de coco que permaneció durante meses abandonado al fondo de un armario... Hasta que su compradora se quitó los remordimientos de encima (dicen que tiene un 35% de grasas saturadas), hizo esta receta, ¡y le acabó prometiendo amor eterno!
¡¡Pero qué ricura por favor!!
Con la leche de coco tengo una anécdota. Siempre he sido reacia a tomar cosas con coco porque, desde que leí lo de las grasas que tiene, pienso que si tomo una cucharada voy a engordar instantáneamente como Eddie Murphy al final de la peli
El profesor chiflado. Pues bien, cuando viví en Filipinas comí cientos de veces carne y pescado en
"adobo sa gata". Se convirtió en uno de mis platos favoritos (junto con el
rellenong bangus. Acabo de pensar que un día haré un post de comida filipina), tan cremoso, tan dulce... Ingenua de mí, pensaba que llevaba nata o algún tipo de bechamel. Como si estas cosas fueran menos calóricas. En fin, un día se me ocurre preguntar y descubro que "gata" es "leche de coco" en tagalog.
Por eso cuando vi el bote en el supermercado lo compré, rememorando viejos tiempos. Pero no veía el momento... Hasta que esta semana me animé a abrir el bote para preparar una cena especial. Bueno, sin más rollos os dejo el enlace a la receta. Mis cambios: no puse cúrcuma ni chiles porque no tenía (puse dos guindillas secas, que no es lo mismo, pero pica) y en lugar de jengibre rallado usé jengibre en polvo (del que venden con las especias en Mercadona). Y por supuesto no usé aceite de cacahuete, por ahí no paso. De momento. Ah, y pasé de decorar con limones...
Sin más dilación,
aquí está la receta. Súper rapida y sencilla. ¡Y está buena tanto con arroz como con pasta! Lástima que sea un plato de consumo ocasional....